lunes, 30 de noviembre de 2009

Real Expedición de Balmis

En 1796 durante el momento de mayor extensión del virus de la viruela en Europa, un médico rural de Inglaterra, Edward Jenner, observó que las recolectoras de leche adquirían ocasionalmente una especie de «viruela de vaca» o «viruela vacuna» (cowpox) por el contacto continuado con estos animales, y que era una variante leve de la mortífera viruela «humana». Tomó esta leche vacuna y consiguió inocular a James Phipps, un niño de 8 años. El pequeño mostró síntomas de la infección de viruela vacuna pero mucho más leve y no murió. El resto de los niños inoculados respondieron sorprendentemente bien.
Jenner publica finalmente sus trabajos en 1798 y ya en diciembre de 1800, la vacuna había llegado a España, concretamente a Puigcerdá, de la mano del Dr. Puiguillem. Tanta celeridad,en un tiempo en que las noticias viajaban a caballo o en barco de vela da una imagen de la gravedad de los hechos.
Cinco años después de la publicación de este descubrimiento, en 1803, el Rey de España aconsejado por su médico de corte Dr Balmis, mandó organizar esta Expedición Filantrópica, para extender la vacuna a todos los dominios de Ultramar. Además en 1805 se promulga una Real Cédula mandando que en todos los hospitales se destine una sala para conservar el fluido vacuno.
Uno de los principales problemas que se presentaron a la hora de idear la expedición fue cómo hacer para que la vacuna resistiese todo el trayecto en perfecto estado. La solución se le ocurrió al mismo Balmis: llevar en el viaje a un número de niños, e ir pasando cada cierto tiempo la vacuna de uno a otro, mediante el contacto de las heridas.

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